el espíritu de quienes nos dejan

La pérdida es algo omnipresente en la vida humana, de cierta manera a lo largo de la vida vamos perdiendo muchas cosas, perdemos trabajos, hacemos mudanzas, perdemos amistades, personas etc, y todo ello forma parte del tránsito natural de la vida.
Sin embargo, cuando alguien cercano fallece parece que el dolor ocupa una papel relevante haciendo en ocasiones más difícil digerir este tránsito.
En estos tiempos hemos vivido una situación inusual, como es el estado de Alerta ocasionado por la pandemia conocida por Covid-19.
Durante este periodo en el que hemos estado confinados, la distancia física ha sido una barrera para poder elaborar el duelo, ya que el hecho de no poder despedirnos físicamente en el momento que la persona que se iba ha dificultado la gestión emocional en muchos de los dolientes.
La pérdida, es un proceso en las que se experimentan distintas emociones, emociones que adquieren cierto protagonismo en cada una de sus fases. El simple hecho de conocer estas fases y comprender que forman parte de un proceso natural, alivia y tranquiliza.
En circunstancias tales como las que estamos viviendo, el liberar y poder elaborar el duelo es muy importante para que la persona pueda aceptar esta marcha y continuar con su vida.
Como profesionales nuestra misión es ayudar y acompañar a las personas en su proceso, comprender y aceptar cada etapa para que aprenda a trascender la pérdida y pueda relacionarse con la persona que se marchó desde su corazón, desde otro estado de conciencia.
Según Worden la pérdida es un proceso dinámico en el que es necesario realizar ciertas tareas para adaptarnos de forma constante.
Las tareas que propone y con las que trabajamos son las siguientes:
1- Aceptar la pérdida: donde afrontamos la realidad para no negar el suceso.
2- Trabajar emociones y el dolor: esta fase tiene como objetivo evitar la aparición de síntomas disfuncionales que nos impidan evitar el dolor. Nos acercamos y creamos un espacio para sentir el dolor y poder gestionarlo.
3- Adaptarse al medio cuando el fallecido no está: adaptarnos a tareas cotidianas, y establecer unos valores y supuestos para poder resignificar la pérdida.
4- Recolocar emocionalmente y continuar viviendo: el objetivo de esta fase es poder recolocar emocionalmente al difunto para ello realizamos ciertos ejercicios para facilitarlo.
Es necesario que comprendamos algo, durante todo el proceso aparecen muchas lágrimas pero cada una de ellas son diferentes…..

Llorar no es malo, ni hay que esconderlo, llorar es tan natural como reír, de hecho hay muchas lágrimas que nacen de la risa.
Existen lágrimas de rabia, lágrimas de impotencia, lágrimas de injusticia. Y esas lágrimas es necesario sacarlas…. Para que la emoción no se incruste en nosotros. Y es importante comprender que facilitan el proceso de aceptación.
Nuestra mente cree lo que quiere que creamos. Por lo que muchas veces nos contamos cosas con respecto al suceso que no son ciertas generándonos mucho sufrimiento.
Pero queremos hablar de otro tipo de lágrimas, lágrimas que aparecen cuando extrañas a quien se fue, lágrimas de añoranza, lágrimas de amor.
Estás lágrimas son las lágrimas de la emanación del amor. De la huella que esa persona ha dejado en nuestro corazón y es precioso mostrarlas.
A través de estas lágrimas honramos el paso de esa persona por la vida y es muy importante sentirlas y darnos ese espacio para que salgan.
Así que llora, llora y expresa todo lo que sentiste.

Son estas lágrimas las que riegan y elevan el espíritu de quien se marcha.
Para ayudarte en este viaje de aceptación, aquí en Parcemasa,disponemos de un servicio de acompañamiento al duelo online y presencial.
Puedes solicitar tu cita aquí

Escrito por: Cristina Ballenilla Reina. Parque Cementerio de Málaga Parcemasa.