TRAS LA PÉRDIDA
Como bien sabes cada uno de nosotros maneja las emociones de forma diferente. Cada persona es un mundo. Entonces, imaginarás también que los niños, adolescentes y adultos entenderán el mundo de forma distinta y en el caso del dolor no será una excepción.
Los niños no nacen sabiendo, debemos explicarles todo aquello que no entienden; la muerte puede ser un ejemplo. Sin embargo, que no entiendan en algunos casos qué es la muerte, no significa que no sientan dolor. En algunos casos podemos ver que parece que continúan con su juego sin mostrar dolor, pero muchas veces esta incomprensión de lo sucedido se traduce en sentimiento de culpa, ya que pueden pensar qué han hecho algo malo, causando la muerte, o bien pueden mostrar enfado hacia la persona fallecida u otra, etc. Por ello, a pesar de que con la edad cada vez lograrán una mejor comprensión, necesitarán ayuda para lograr un mejor duelo de la pérdida.
Por otro lado, somos conscientes de que ayudar a los niños a comprender la realidad y manejar sus emociones no es tarea sencilla. Puede ser que seas una persona con sus propios problemas y emociones y hacer esto puede ser complicado, pero piensa en la ayuda tan positiva que puedes llegar a ser para ese hijo/a, hermano/hermana, primo/a, sobrino/a, etc., que se encuentre en esta situación o si algún día del futuro sea necesario este tipo de ayuda.
En esta guía vamos a tratar de darte las herramientas para que afrontes la situación ayudando, y lo más importante que ese/a pequeño/a también lo haga.
¿Quién debe decirle al niño?
En la mayoría de los casos, se recomienda que sea la persona más cercana al niño o niña. No pasa nada si esa persona llora, es completamente normal, pero siempre tratando de mostrar un autocontrol para darle seguridad al menor. Si acaso esa persona no puede hacerlo ya que está muy afectado por la pérdida, deberá hacerlo la segunda persona más cercana al niño.
Qué decir y cómo decirlo
Como sabes, el momento ideal para comunicar este tipo de noticias no es fácil de encontrar. Sin embargo, sabemos algunas pautas que pueden servirle para comunicar la noticia.
· Lugar. El lugar debe de ser lo más tranquilo posible y si se puede, que sea un lugar en el que el menor se sienta seguro.
· El menor como guía. En ocasiones preparar un monólogo y dejar que el menor no realice ningún tipo de preguntas, puede ser el peor de los ejemplos. Lo ideal sería darle la información poco a poco, y que sea él o ella, quien realice las preguntas, de esta forma nos aseguraremos de saber cuáles son sus preocupaciones y nos aseguraremos de cubrirlas todas.
· Estimulación de emociones. Sabemos que de forma innata vamos a tratar de corregir y evitar las emociones negativas y sus expresiones como el dolor y llanto, sin embargo, no es lo más idóneo. Es totalmente normal que el menor sienta y padezca en tales circunstancias. Lo mismo puede aplicarse a tu caso, no ocultes tus emociones al menor, debe de entender que es normal mostrar emociones en ese momento. Pero, no olvidemos que debemos de mantener control y no darse emociones desgarradoras o devastadoras.
· Rutina. Es fundamental que los niños no pierdan sus rutinas del día a día, ya que esto les aporta estabilidad y seguridad.
· Recordar a la persona fallecida. Esto es parte del duelo, no es algo malo, pues la evitación de su recuerdo puede provocar más dolor en el niño. Y de esta forma, el menor puede entender que no está prohibido recordarla, sino que es algo normal y sano realizarlo.
Consejos para sobrellevar la muerte de una mascota
A la hora de explicar la muerte de una mascota a los niños, comúnmente recurrimos a decir verbos como que la mascota se fue a “dormir”. Esto, no es algo positivo ni beneficioso, pues el niño puede desarrollar miedo a la hora de ir a dormir. Lo ideal es explicar la situación con sinceridad y dale la importancia que se merece, pues para el pequeño, la mascota puede significar un amigo y no por el hecho de ser una mascota, es menor doloroso.
Consejos para enfrentar la muerte de un familiar

Muerte de un abuelo u otro familiar
Es habitual que el primer episodio de muerte que pueden experimentar los más pequeños es la muerte de un abuelo o abuela. Lo ideal en estos casos sería aportar la explicación al menor de que murió ya que era una persona muy mayor. De esta forma evitaremos que el menor desarrolle temor a morir. Aunque si la persona que murió es otro familiar cuya edad es más joven, y se debe a alguna enfermedad, lo ideal es ser sinceros, explicándole al menor que la causa fue la enfermedad, pero que esto no suele suceder en los más jóvenes.
Muerte del padre o la madre
Este puede ser uno de los más difíciles de afrontar para el menor. Si eres el progenitor o progenitora no debes de preocuparte por ocultar tu dolor, o emociones, es normal. Aunque le recomendamos comunicar la noticia en un momento en el que se encuentre relajado para transmitirle seguridad. En este caso, siempre es buena idea la intervención de un familiar para ayudar a superar el duelo del menor.
Muerte de un hermano
En general, este tipo de muerte puede provocar que el menor sienta que también está en peligro. En lo que respecta a los padres que han sufrido la pérdida es probable que se encuentren devastados, pero al igual que en los casos anteriores, es recomendable que hagan sentir al menor seguro y que puede confiar en ellos.
¿Quién debe saberlo?
Es importante que sean informadas todas aquellas personas con las que el menor pasa tiempo; desde maestros, orientadores del colegio, entrenadores, maestros de clases extracurriculares si los hay, miembros de la familia, etc.
¿Es bueno el tiempo a solas para los menores?
Es cierto que no existe una respuesta única, pues depende de cada niño. Es bueno que los pequeños jueguen solos y que cuenten con la posibilidad de tener a adultos cerca que sepan acompañarlos en su proceso de duelo. Y en el caso de los adolescentes también es óptimo el tiempo a solas para el duelo si ellos lo quieren. Sería conveniente informarles de que pueden contar con apoyo y que estarán cuando ellos lo necesiten.

Escrito por: Daniel Castilla Chacón y María José Gómez Fernández. Alumnos en prácticas de la Universidad de PSicología. Málaga. Parque Cementerio Parcemasa.