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Actualmente, muchos de nosotros disfrutamos de la compañía de nuestros perros, gatos y otros animales que de forma frecuente, pasan a ser un miembro más de la familia. Y aunque en nuestros días está aceptada de forma amplia la expresión de afecto hacia estos, de forma contradictoria, no lo están la manifestación de sentimientos de tristeza en relación a la pérdida o fallecimiento de nuestra mascota. En consecuencia, se puede ver dificultado el proceso de duelo, y por tanto, producir un perjuicio y dolor aún mayor de lo que ya de por sí esta difícil situación supone. De esta forma, es importante normalizar estos sentimientos y procurar una despedida adecuada de nuestras mascotas.
Esto, a pesar de parecer una cuestión única de nuestros días, realmente se remonta incluso miles de años atrás. Como describió el célebre historiador Heródoto, ya en el antiguo egipto existían ciertos rituales para despedir a estos especiales amigos que, según establecía su religión, protegían y bendecían sus hogares. Además de estas funciones, podemos observar por sus numerosas ilustraciones que estos animales llegaban a ser una parte importante de sus vidas, por lo que estas ceremonias se presentaban como algo fundamental para despedirlos y mostrar su tristeza. De este modo, encontramos que, cuando tenía lugar el fallecimiento de algún gato por muerte natural, los dueños utilizaban una navaja para rasurar sus cejas, en cambio, si el que falleció era un perro, se debía afeitar la cabeza en su totalidad y con ella el resto del cuerpo.
Por otro lado, encontramos evidencias de esta fuerte unión entre seres humanos y animales por todo el mundo. De este modo, desde el soleado y antiguo Egipto nos moveríamos a la lejana y fría Escandinavia. Aquí, estudios genéticos de restos orgánicos han demostrado que ya los vikingos eran acompañados en sus largas travesías por gatos. Estos, cuidaban los navíos de la presencia de ratones y proporcionaban compañía a los tripulantes que navegaban largas temporadas en busca de tierras y conquistas.
Una vez hecha esta breve introducción sobre los orígenes de la relación humano-mascota, pasamos a ver en más detalle algunos aspectos científicos sobre este desconocido proceso:
¿Por qué la relación entre los humanos y las mascotas ha sido tan importante a lo largo de la historia? Recientes estudios han demostrado que las mascotas influyen de manera positiva en el bienestar de los humanos, teniendo efecto sobre las siguientes áreas (Gómez, Atehortua,, y Orozco, 2007) :
-Terapéutica: Han demostrado beneficios en terapias motivacionales y físicas, principalmente por el establecimiento de una unión afectiva entre la persona doliente y su mascota.
-Fisiológica: Son un factor protector para las enfermedades cardiovasculares, disminuyendo la presión arterial, la ansiedad y el estrés por soledad.
-Psicológica: Disminuyen las alteraciones psicológicas, el aislamiento social, aumentan la autoestima y el sentido de utilidad y responsabilidad. Además potencian la socialización con personas desconocidas, con los beneficios que esto de por sí tiene para la salud psicológica.
En otro estudio basado en la teoría del apego de Bowlby, por Topal (1998) se halló que la relación que se establece entre un perro y su dueño es parecida al vínculo que se desarrolla entre la madre y su bebé, apareciendo también estilos de apego seguros o inseguros. Esto genera una dependencia por parte del animal hacia su dueño, ya que su bienestar dependerá exclusivamente de él y esto provocará en el dueño un gran sentido de la responsabilidad para con su mascota.
Pero, ¿Qué ocurre cuando fallece nuestra mascota?
A pesar de que como se ha descrito anteriormente el duelo de una mascota es equiparable al vivido por el fallecimiento de una persona, existen aspectos diferenciadores en cuanto al proceso del duelo:

-Las actitudes sociales: Es una situación que muchas personas no ven como “merecedora” de un proceso de duelo, ya que no se legitima el vínculo entre animal y mascota y se entiende como reemplazable. El entorno de la persona dirá frases del tipo: “No te preocupes, cuando tengas otra mascota se te pasará” o “Recuerda que ya has pasado por fallecimientos mucho más duros”.
-Culpa: En este tipo de duelos aparece en alto porcentaje de casos ya que, más de la mitad de los fallecimientos, se produce por eutanasia. La relación de dependencia total que presentan las mascotas comentada anteriormente
potencia este sentimiento de culpa por haber provocado el final del animal. En este sentido pueden venir a la cabeza del dueño pensamientos como “Mi mascota dependía de mí y yo he tomado la decisión de que su vida acabe”.
-Ritos funerarios: En nuestra cultura se despide a nuestros familiares a través de un ritual formal que da inicio a la formación del duelo, pero no existe algo parecido en el caso del fallecimiento de una mascota y que en algunos casos provocará problemas en la resolución del duelo. Normalmente cuando las mascotas fallecen, ya sea en casa o en el veterinario, rápidamente se lo llevan y no existe la posibilidad de una despedida elaborada que ayude a comenzar el duelo.
Para evitar que el duelo se convierta en patológico o no elaborado es importante conocer algunas recomendaciones cuando nos encontremos con personas que han sufrido la pérdida de una mascota. Entre las recomendaciones que mejoran el proceso del duelo se encuentran las siguientes:
-Validar la relación única que existe entre la persona y el animal, evitando frases del tipo: “No pasa nada, puedes adoptar otra mascota y verás como te sentirás mejor”.
-Evitar comparar la pérdida con otro fallecimiento “Más importante”, puesto que esto resta valor a los sentimientos que está experimentando la persona.
-Normalizar las emociones creando un clima de comprensión y aceptación incondicional.
-Favorecer la expresión de recuerdos sobre la mascota.
-Trabajar la reducción de la culpa, especialmente en casos donde hay que recurrir a la eutanasia para evitar el sufrimiento del animal querido.
-Elaborar un ritual de despedida, ya sea escribiendo una carta, plantando un árbol o con cualquier rito que ayude a comenzar el duelo.
Para finalizar, exponemos las emotivas palabras que el célebre poeta Lord Byron dedicó a su perro fallecido e inscribió en su epitafio:
“Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre sin ninguno de sus defectos”.
Referencias Bibliográficas
Chur- Hansen, A. (2010). Grief and bereavement issues and the loss of a companion animal: People living with a companion animal, owners of livestock, and animal support workers. Clinical Psychologists, 14(1), 14-21.
Clements, P.T., Benasutti, K.M y Carmone, A. (2003). Support for bereaved owners of pets. Perspectives in Psychiatric Care, 39(2), 49-54.
García, A. (2020). El perro en el antiguo Egipto. Amigos de la Egiptología. https://egiptologia.com/el-perro-en-el-antiguo-egipto/
Gómez, L. F., Atehortua, C. G., & Orozco, S. C. (2007). La influencia de las mascotas en la vida humana. Revista Colombiana de Ciencias Pecuarias, 20(3), 377-386.
Los gatos también acompañaron a los vikingos en sus conquistas. (2016). ABC.https://www.abc.es/ciencia/abci-gatos-tambien-acompanaron-vikingos-conquistas-201609201728_noticia.html#ancla_comentarios
Topal, J., Miklosi, A. y Doka, A. (1998). Attachment Behavior in Dogs. A New Application of Ainsworth’s (1969) Strange Situation Test. Journal of Comparative Psychology, 112(3), 219- 229.
Escrito por: Adriana Robledo y Cristian Ruiz. Alumnos en prácticas de la Universidad de Psicología de Málaga, en parque cementerio Parcemasa.